Dinner is cooled in the table while Tania se cambiaba las zapatillas de estar por casa por unos tacones con una mano y se recogía el pelo con la otra. El móvil sonaba de nuevo.
-¿Qué coño quieres? Sí, tu hijo está bien. No, no está en casa, hoy no viene a cenar. ¡Y yo que sé, con los amigos! ¡Anda y que te den!
Colgar y cerrar de un portazo fue todo uno. Escaleras abajo calculó cuánto llevaba en el monedero. El hijo -igualito que su padre, le decían cuando nació, y qué razón tenían- la esperaba, una vez más, en comisaría.
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